domingo, 8 de noviembre de 2009

Bajo el manto del pesismismo

Cielos grises reinando desde lo más alto. Observan, gimen y lloran. Su taciturna mirada destierra los peores recuerdos de mi corazón. Crea lagos en cuyo reflejo sólo veo soledad. El ave incansable reposa como cada noche en el alféizar de de mi ventana. Sueña libertad. Pregunta a la dama gris por qué ansía repartir desolación. Nunca obtiene respuesta. Sólo lágrimas cristalinas directas a su alma cayendo como carámbanos. Una mirada nacida de la desesperación, que mantenida bajo el manto del pesimismo, pinta un cuadro de elementos abstractos pero de fácil comprensión. No hay donde ir. No puedo pasar por ninguna puerta. No he tomado el brebaje necesario. Tal vez, no el recomendado. ¿Qué queda entonces sino árboles resquebrajados por la edad, y demasiado sabios como para entender a un alma que no se comprende ni a si misma?.