lunes, 16 de noviembre de 2015

Un corazón de corcho, sentimientos como adorno,
no hay testigos,
sólo algún que otro recuerdo y algún espacio en blanco.
La pregunta bajo tierra,
yo con la vista en alto esperando su respuesta,
soluciones que no llegan,
soluciones son problemas.
El tiempo no perdona,
el tiempo nunca olvida,
las heridas en el alma se mantienen vivas,
afilando sus cuchillas,
atormentando la cordura.
Juego a ser poeta mientras prostituyo a las musas,
cada noche una distinta,
pero todos los días, despierto con la misma,
reina soledad.
Quitarme el sombrero de copa mientras bebo de tus medias,
medias caricias pero fuerte la mordida, tus dedos en mi nuca,
mis labios en tus miedos convertidos en sonrisas psicopáticas,
el ambiente denso, de noche o de día, qué más da el momento,
un trago de tu pecho y la cuenta vuelve a cero,
el reloj se reinicia y retornamos al juego,
saltamos a la lona con arrugas infinitas y la mirada en el techo,
mi espalda tu lienzo, cada cicatriz con tu nombre en verso.