lunes, 22 de abril de 2019

Hay penas que privan de libertad;
La Vida, te mata.
"Echar de menos" es la forma que tiene el corazón de llorar,
y si intentas ahogar su lamento, quema.

Aunque finges ser esclavo de la lógica, orden y templanza,
cada noche te desgarras por dentro, falso poeta.

Resignado en silencio tras sonrisas, guiños y apariencias,
como un niño esperas que cambie todo, haciendo nada.

La lluvia ya no te moja, eres cascada, eres condena,
pupilo notorio del joven Werther, otra epístola.


¿La paradoja?

No hay nada que echar de menos, no existe el recuerdo.
No hay nada que echar de menos, añora el sufrimiento.

miércoles, 6 de junio de 2018

Melancólica,
como la carcajada de un anciano en una montaña rusa
intentando exprimir los últimos retazos de su historia,
gritando al mundo entero: vivid!

...paradoja del ser humano,
que sólo aprende a vivir, cuando ha vivido demasiado.

viernes, 13 de abril de 2018

Mi corazón, es un volcán que normalmente vive en calma pero, cuando erupciona, arrasa con todo lo bueno que hay a su alrededor. Los esfuerzos por mantenerlo controlado se traducen en: evitación, negación y represión; y por ahora, el dolor que éstos han podido generar, es infinitamente menor que el provocado por la aceptación, el coraje y el dejarse llevar...rechazo.
Hay quienes definirían esta situación, técnicamente, como indefensión aprendida; el actuar lleva al sufrimiento directo, y no hay opción, tampoco salida. No importa el qué o el cómo, el control es una ilusión tan solo; ilusión que se transforma en tristeza, distimia, ahogo.

Y este volcán, hundido en su propio fuego, ya no siente calor...ahora, sólo hay hielo.

sábado, 31 de marzo de 2018

Saxofonista de tu boca,
con la delicadeza del juego entre lenguas que se rozan
pero, que por vergüenza...
...no se tocan.

Astronauta de tu pecho,
con la esperanza de lograr un "yo también", un beso devuelto
pero, no queda oxígeno...
...ahogado por el miedo.

Prisionero de tu alma,
con la fe inquebrantable de quién ya no tiene nada
pero, no necesita más...
...su sonrisa, su dogma.

Cartógrafo de tu cuerpo,
con la precisión de un poeta que mide cada verso
pero, sigue estando lejos...
...de recitarle su "te quiero".

jueves, 22 de marzo de 2018

La felicidad pende de una cuerda abrazada al techo, suave y firme como las manos de un ángel. Y no pretendo engañar a nadie, tan solo aspiro a no sentirme tan vacío, con eso ya me vale.
Caído del templo de las promesas donde las palabras no se las lleva el viento, te las funden en el pecho, con una sonrisa, regando la semilla de la esperanza, creciendo un matojo de sueños rotos.
Intentando comprender por qué proyectaron una imagen tan ostentosa, cuando ya sabían como desdibujarla; más bien mutilarla, despacio, a la vista de todos, egoístas a tiempo completo.

Y mientras tanto los días pasan, se suman, y el sino falta; la sonrisa es una farsa, Síndrome de Cotard.

lunes, 29 de enero de 2018

Será verdad lo que dicen. El que no apuesta no gana, que la soledad es fiel compañera, y que si pasa mucho tiempo al final te acostumbras, te enganchas a ella. Pues bien, yo me he convertido en adicto, y he apuntalado mi zona de confort, aunque esto ya no es una zona, es una galaxia entera. Y aunque mi corazón se desboca por sus labios, susurros de almohada y poemas con su voz, mi cabeza tensa las cuerdas emulando al más hábil auriga del imperio.

Soy esa isla desierta que al recibir visita siempre desconfía, ni siquiera pregunta quién, cómo ni porqué, pero anula cualquier síntoma de apego, porque sabe que al final se acabará yendo, como otras veces, como siempre. Maldito gato callejero, que buscando con la mirada afecto, araña primero, y corre luego. Maúlla lastimero a la luna como un infante a su madre, sabiendo, que en el fondo de su ser no hay certeza alguna más que el miedo a abrirse, resultar herido, y no ser capaz de volver a ser el mismo.

Y mientras tanto los días pasan, los versos se derraman, su voz sigue de fondo, y la angustia del quizá lo retuerce todo. Resignado a sentir en silencio, a no ser ni olvidado, a vivir indiferencia. Condenado al ostracismo emocional.