jueves, 7 de febrero de 2013

Hace ya tiempo que no puedo, que vivo tras secretos y miradas de consuelo con palabras en espera que suplican estar fuera, echarse al vuelo, sellar su pecho, fundirse con el hecho de que todo lo que ansío es ser su lecho, estar en calma, porque verla cada mañana me ahoga el alma y aunque me dedique una sonrisa soy consciente de la trampa que se esconde en esta dicha, pura agonía.
Yo soy de esos que echan las cortinas, esconde las heridas y aún sufriendo mil desidias guarda fuerzas para seguir la rutina de llenar hojas con tinta y confesar en pocas líneas lo que no me atrevo a darle voz, darle salida, un nuevo día, y aunque el Sol brille allá arriba mi cama sigue muy sola y fría.

Dime dónde queda la cordura, por qué tengo que sanar la deuda que mantiene mi fortuna su balance negativo deja en quiebra mi natura, dura tortura, el maldito juego en el que la derrota está segura y como un suicida quiero perderme en el tablero de su figura, la cual persigo en cada sueño y pesadilla y sólo espero dejar huella en el recuerdo de su vida, una o dos líneas.
Entre las comas y tachones sobrevivo a la penuria que sentencia mi silencio, el autoestima, el todo o nada queda bien en la teoría, pero los riesgos son muy caros y en mis bolsillos sólo tengo el boli con el que dibujo su retrato, dos folios arrugados y un futuro que no pinta nada claro, tristes y amargos son pasillos que me alejan de sus brazos, del faro con el que poder guiar mi barco.

Esclavo del universal, solo me hallo ¿Cómo es posible que sea todo tan complicado? por qué tenerla al lado no me basta para ser capaz de liberar lo que en mi pecho se ha gestado, y es que ya suman cuatro años paseando por las calles de una city que se ama hasta morir, donde se muere amando, se forman charcos a mi paso que reflejan ojos desgastados, sonrisas del pasado.
El tiempo nunca espera aunque las prisas no son buenas y yo me quedé estancado en la memoria de sus piernas creyendo ser capaz de mantener la compostura frente a ellas, bailar al mismo son, y apagar las estrellas, volver a dar la luz, y no temer la espera, pero mierda este cerebro no acelera no sigue la estela de mi corazón y este ya no espera puso el turbo y va directamente justo contra el muro.