lunes, 12 de mayo de 2014

Sorpréndese de nuevo mirando al cielo, buscando una sombra de paz algo de consuelo, la clave para asfixiar al sueño que recrea su esperanza, su tormento, la pesadilla de una vida con muy poco tiempo, heridas y sangre color fuego, un pozo en el pecho donde guarda el esqueleto de aquel niño ingenuo, maldito baúl de recuerdos, son como cristales reventados del espejo, joder cómo duele ver a tu protector tirado en el suelo, alucinando, dolorido por su pasado, su presente envenenado, enfermo tras gafas de sol en frías noches de invierno, ya no queda nada del amor a uno mismo, tan sólo autocastigo, y así pasan los días, semanas y gracias, y es que ya no queda nada, tan sólo esperar la llamada.

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