miércoles, 20 de mayo de 2009

Presta atención.

Escucha al silencio, alza la vista y observa el cielo. Está llorando desolado, el tiempo pasa para todo y no se sabe hasta cuando y como. Miedo, llora de miedo, llora al sentirse inútil, al saberse débil e inseguro. Infinito como es, las heridas más dolorosas y profundas son, la sangre transparente cae con fuerza, fraccionada en millones de efímeras agujas que forman ríos de recuerdos que no desaparecen. Los Susurros de los dioses le doblegan, los gritos y palabras se clavan en su alma descomponiéndola sin compasión. Parece no existir, se siente invisible aún estando presente en todo el confín. La desesperación y el no saber hasta cuando le mutila, con violentos mordiscos, su insulsa vida. Día y noche intenta esconderse tras soplos de humo blanco, recorriendo paisajes imposibles y deseando y gritando que antes que tarde o nunca, todo acabe con un perfecto punto y final.

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